¿Puede un tren de vapor ayudar a la sostenibilidad? El caso del Tren de la Sabana
- Edson Ricardo Amaya Silva
- 6 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 9 ago

En un mundo que busca desesperadamente soluciones para mitigar el cambio climático, la conversación a menudo se centra en tecnologías de vanguardia: autos eléctricos, energías renovables y ciudades inteligentes. Sin embargo, un ícono de la Bogotá de antaño, el Tren de la Sabana, nos invita a reflexionar sobre un enfoque diferente. ¿Es posible que un tren diésel de operación turística, un vestigio de otra era, pueda convertirse en una herramienta de sostenibilidad?
Nuestro análisis nos permite explorar esta paradoja. Si bien es claro que un tren diésel genera emisiones, un proyecto de compensación bien planificado podría transformar este ícono cultural en un motor de reforestación y conciencia ambiental.
Las emisiones del pasado: el costo de un viaje al presente
Para entender el potencial de compensación, primero debemos cuantificar el impacto. El Tren de la Sabana, en un viaje de ida y vuelta de Bogotá a Cajicá, consume aproximadamente 246 litros de diésel. Esto se traduce en la emisión de 661 kg de CO2 por viaje.
Si consideramos una operación turística regular de cinco días a la semana durante un periodo de cuatro meses, las emisiones totales ascienden a 57,522 kg de CO2. Este número, aunque significativo, nos da una meta clara para la compensación.
La oportunidad verde: transformando la huella en bosque
Ahora, la pregunta clave: ¿cómo podemos compensar esta huella? La respuesta está en la reforestación. Cada árbol, a lo largo de su vida útil, tiene la capacidad de absorber alrededor de 1,000 kg de CO2.
Si la comunidad se une en un esfuerzo de compensación, el potencial es enorme. Por ejemplo, con una donación voluntaria y simbólica de $10,000 COP mensuales por cada uno de los más de 900 estudiantes que el tren transporta diariamente a la Universidad Militar, se generaría un fondo de $9 millones de pesos mensuales.
Con este presupuesto, y un costo promedio de $35,000 COP para plantar y asegurar el crecimiento de cada árbol, podríamos sembrar aproximadamente 257 árboles cada mes.
El impacto a largo plazo: más que un viaje, un legado
A este ritmo, ¿qué tan rápido podríamos compensar la huella del tren?
* Con la plantación mensual de 257 árboles, se podría compensar totalmente la emisión de CO2 de los cuatro meses de operación en menos de 8 años.
* El mayor potencial radica en la posibilidad de reforestar completamente la faja de terreno a lo largo de la vía. Con un potencial de hasta 24,000 árboles a lo largo de los 48 km, esta iniciativa podría compensar las emisiones de CO2 de los viajes del tren durante más de 139 años.
Un llamado a la acción: de las vías al bosque urbano
Este análisis va más allá de los números. Nos muestra que la sostenibilidad no siempre requiere la eliminación de lo antiguo, sino su transformación. El Tren de la Sabana, un símbolo de nuestra historia, puede convertirse en un catalizador para el futuro verde de Bogotá.
El reto está en convertir este potencial en realidad. La siembra de árboles a lo largo de la vía no solo compensaría las emisiones, sino que también crearía un corredor ecológico vital, mejoraría la calidad del aire y embellecería el paisaje urbano y rural.
El caso del Tren de la Sabana nos podría enseñar que, con creatividad y compromiso, incluso los elementos más inesperados de nuestro patrimonio pueden ser piezas clave en la construcción de un futuro más sostenible.
¿Qué otras iniciativas de compensación crees que podrían complementar este esfuerzo? Te invitamos a dejar tus comentarios y unirte a la conversación sobre cómo hacer de Bogotá una ciudad más verde.
Comments